lunes, 29 de marzo de 2010

La Chona tiene un microemprendiento

Hace una banda que no escribo. Hasta me olvidé del lugar a donde estaban las letras en el teclado. Pero bue… el Ignacito me dio una mano y pude volver al ruedo.
La última vez les comentaba que le había mandado una carta a don Yaco. Respuestas, por supuesto, que no hubo. Y la citroneta terminó totalmente hecha mierda, gracias a las calles de la ciudad.
Ojo, no hay mal que por bien no venga. Los otros días mientras el Cacho me cebaba un mate amargo y mientras veía la gotera que decora el techo de las casas, se me ocurrió una gran idea, se me ocurrió.
-¡Ya la tengo, Cachito! – grité, mientras el viejo pavo se quemaba con el agua hirviendo del mate, producto del cagazo que le dí con el grito que pegué.
-¿Qué tení’, che vieja loca? – me preguntó el Cacho, siempre amoroso.
-¡¡¡Tengo el negocio del siglo!!! – le informé.
Y ahí nomás, manoteé el celular y me comuniqué con Eschoretti.
-Hola don Eschoretti… necesito una audiencia con usté’. Tengo un negoción.
Con este quilombo de las lluvias y las inundaciones, ¿por qué no hacemos una especie de Venecia cordobesa? ¿Se imagina lo pintoresco de andar viajando en bote por las calles de Córdoba? Y como toque decorativo, las cloacas que proliferan en nuestras calles pueden simbolizar las aguas danzantes. ¡¡¡¿Qué tul?!!!
No obtuve respuesta ni positiva ni negativa del otro lado del teléfono. Calculo que el bueno de Eschoretti debe estar analizando mi proyecto. Y, en este momentito, se debe estar dando cuenta de que es un gran negoción.
Es más factible que larguemos con este microemprendimiento a que se solucionen los problemas de cloacas y de desagües.

miércoles, 27 de enero de 2010

La Chona le envía una carta al intendente

¡¡¡Tengo los ovarios al plato!!! Los otros días se me saltó la térmica y escribí una carta al intendente. Como ya estaba engranada los incluí al gobernador y al matrimonio Kisner.
Don Yacomino, Eschoreti y los dos Kisner:
Yo soy una vecina más de la ciudad de Córdoba. Mi nombre es La Chona. Pago mis impuestos como todo buen laburante y barro la vereda tres o cuatro veces por día.
Sucede que los otros días me llegaron los impuestos y casi me da un soponcio, casi me da. El Cacho me tuvo que apantallar con la guía del teléfono pa’ que vuelva a recobrar vida.
De lu’ me llegó 133 mangos; de gas, 82 pe; de agua, 43… y eso que ni nos bañamos en las casa. El impuesto municipal, una guasada!!!
Le cuento también que con los basureros le erraron con el nombre que les pusieron. Más que Crese, sería Decrece. Hace como tres semanas que no pasan por el barrio. Yo ya estoy pensando en entrar la basura en vez de sacarla, cobrarle un abono al resto de los vecinos y cargarla en el Citroen que me entregaron los otros días.
Lo compré con el plan canje. Entregamos el Torino del Cacho y con unas cuotitas más sacamos la Citroneta modelo 73.
Bue… me fui por las ramas, me fui. Pienso en decirles a los vecinos que me voy a convertir en recolectora de basura. Así me hago de unos chelines más.
Saqué el Citroen por primera vez a la calle. Parecía que estaba manejando en la Luna, don Yaco. No había forma de esquivar los pozos, no había forma. A las tres cuadras, agarré un charco con agua de cloacas y me quedó colgado del vidrio un tereso que no había forma de sacarlo ni con el limpiaparabrisas.
Dos cuadras más, otro pozo. A la mierda el tren delantero. Se me cagó la dirección. Pa’ colmo que yo iba al Nuevocentro Shopping, tuve que terminar en el Patio Olmos, porque no había poder de Dios que el Citroen me doblara.
Llegué al Patio Olmos con un olorón a mierda en la Citroneta que ni se imaginan.
Apenas entré al yopin, cortaron la luz. Justo le tocaba a esa zona por el quilombo ese que hay con el transformador. Tres horas boludeando adentro del Patio Olmos. Decidí ir al cyber a escribir en el blog. ¡¡¡Pero no había luz!!!
Opté por hacer lavar el Citroen, pa’ sacarle el olor… “No podemos lavar, doñita. Es por la sequía, ¿vio?”
Esa fue la gota que rebalsó el vaso. ¿Me entiende, don intendente o a quién mierda agarre esta carta?
Si hace frío no hay agua porque las cañerías se congelan… si llueve, se inundad la ciudad, porque los bocas de tormenta están totalmente mugrientas… si no llueve, tampoco hay agua, por la sequía, y entramos en crisis hídrica… si hace calor, te cortan la luz, porque hay un exceso en el consumo, y no estamos preparados para eso…los basureros no recolectan la basura porque no dan abasto por la gente que tienen de vacaciones y por la que se enferma justo pa’ esa época…
En fin… esta ciudad, esta provincia y este país son un chiste. ¡¡¡Déjense de hinchar los huevos!!!

lunes, 18 de enero de 2010

La Chona se va a Brasil

Ay, gentes… Mil disculpas… No sé cómo carajo hacer pa’ que me perdonen.
Ni se imaginan lo que me pasó. Si mal no recuerdo, la última vez que estuvimos en sintonía fue el 22 de diciembre, aquel sagrado día en el que el Cacho me invitó a comer susi. Y io, casi parto a la eternidad.
Después me colgué, vino Navidad, despedidas de año, Año Nuevo… Y del pedo que me agarré con todas estas fiestas juntas, me desperté en el coletivo rumbo a Brasil… país tropical… laralalalala… Brasil… Brasil…
El hilo de baba me chorreaba sobre la campera del joven que venía sentado al lado mío.
¡Oh, sorpresa! No era el Cacho. El viejo pavo le andaba arrastrando el ala a las azafatas del ónibus. Que no son azafatas, pero cómo carajo se llaman las azafatas de los ónibus.
Ni bien me di cuenta que había abierto los ojos, mi hilo de baba se secó automáticamente. Claro, apenas agarramos la ruta el aire acondicionado se rompió. A los 250 kilómetros el baño era un santuario de teresos… Inhabitable.
Dos días de viaje, má’ o meno’. Llegamo’ al hotel que creo que era media estrella… y pa’ colmo, fugaz.
A mí todavía me duraba la resaca. Pero el Cacho y el Ignacito, ni lerdos ni perezosos se pusieron la malla y picaron pa’ la playa. Y io qué mierda iba a hacer.
Me probé la bikini y no me andaba. Así que me calcé el batón y pa’ allá partí. ¡¡¡Vamo’ a la playa… oh, oh, oh…!!!
Primer día en Brasil… Bombas y Bombiñas.
El Cacho me gritó: -Eh, Chona… dale gas que ahí viene el trenciño.
Cuando llegamo' a la playa, el Cacho se clavó como dos o tres caipiriñas y a la media hora ya estaba rechupadazo.
Yo, en cambio, me acomodé en la reposera y me puse a tomar sol. Pero, la muy pelotuda, se durmió. Y a las tres horas parecía un carbón, parecía.
Fui al hospitaliño… El doctorciño, muy sutil, me pidió que me saque el corpiño. Qué casualidad, aquí hablan todo con eñe.
-Y, dotor… ¿qué tem la Choniña? – ya me había contagiado y empezaba a hablar en portugués.
-Usted tem quemaduriña de segundo grado - me contestó el doctorciño.
Dos días a oscuras y con trapitos húmedos tuve que estar. Parecía el Fredy Kruger, ese de las pesadillas.
De mi cara salía pus, de mi panza salía pus, de mi culo salía pus…
Ya al tercer día, podrida de estar en cama, me dije: - Se van todos a la puta madre que los parió. Io me voy a la praia, me voy.Y allá fui.
Muy cuidadosa, me tiré al costado de la praia, puse la sombrilla y me tapé con un toallón. Parecía una especie de morsa que había anclado.
Pero no tuve peor suerte que, en ese preciso momento, vino una ola del tamaño de un edificio y barrió con todo: con la sombrilla, con el toallón, con la canasta del mate y con la Chona… la puta que lo parió.
Mientras hacía lo imposible por tratar de regresar hacia la costa, unos cuantos pendejos se asustaron y empezaron a gritar: -¡¡¡Un tiburón!!! ¡¡¡Un tiburón!!!
-Te voy a dar tiburón, pendejo de mierda – les grité y seguí recogiendo la bombilla del mate, un par de criollos mojados, las chinelas y unos ruleros nuevos que me había comprado pa’ estrenar en Navidad.
Muerta de la bronca y mientras el Cacho y el Ignacio se me cagaban de risa, cacé el bolso, dos reais pa’ el trenciñó y me fui al hoteliño. No sin antes gritarles: -¡¡¡Se pueden ir todos a la conchiña de la loriña!!!
Ahora estoy en la habitación del hotel viendo Pantanal y esperando que estos dos culiadiños se dignen a regresar.

martes, 22 de diciembre de 2009

La Chona va a comer sushi

Esa noche, luego del suceso de la pérdida de memoria, el amoroso del Cacho se esmeró en hacerme recordar, durante toda la tarde, quién era él.
-Io soy el Cacho, Chonita… ¿No te acordai de mí?
Después de recordarlo un poquito al Cacho, me dijo que me vistiera, que me pusiera todas las plumas, porque íbamos a ir al Susi Clú’.
En el acto pensé que al Cacho se le había pirado una neurona. Creí que era un clú’ Singer…
Ah, no… Esa es la marca de la máquina con la que coso las medias agujereadas del Cacho.
En el camino, a bordo del E7, me explicó que íbamos a cenar al Susi Clú.
-¿Y qué vamo’ a morfar, decime Cachito?
-Vamo’ a comer Susi.
-¿¿¿Nos vamo’ a comer a la yegua de la Susana???
El Cacho solamente sonrió. Y mientras él sonreía, yo pensaba: “Este hijo de puta se debe haber metido en una cesta… No, no, no… en una sexta… Perdón… en una secta”. Estaba medio raro el loco este.
-Yo a las partes púdicas ni se las toco – le dije.
A medida que el Cacho se mataba de risa, yo seguía:
-¡¡¡Ni chupada!!! Ni se les ocurra darme de comer un sobaco a mí. ¿Me entendiste, Cacho?
Y ahí, justo en el momento que pronuncié su nombre, el Cacho se dio cuenta. Porque cuando io dejo de usar el diminutivo es porque se viene un embrollo.
-Calmate, Chonita querida… Te esplico… El susi es un pescao y en el Susi Clú’ te lo sirven de re chupete – me aclaró.
-Ahhhhhhhhhhhhhhh – fue lo único que atiné a vociferar.
Ni bien llegamo’ al Susi Clú’ este, no nos alcanzó la tarasca ni pa’ ver la carta. En la entrada ya me relojearon mal y casi me cago a trompadas con el cocinero.
Ahí me di cuenta que el collarcito con el dije de la Mona era un tanto zarpado pa’ ese lugar. Y que el anillo fluorescente, ese que te venden en los semáforos y que titila a dos mil por segundo, que me había puesto tampoco daba pa’ el Cerro de las Rosas.
El Cacho se quedó pálido después de ver los precios de la carta. Me agarró del codo y de pedo me dejó levantar.
-¡¡¡Nos vamos a la mierda, nos vamos!!! – me gritó.
-¿A dónde vamos, Cachito? – le pregunté.
-Vamos a “Che Pescado”, el mejor bolichón… de Susi.
Sucede que io no tuve en cuenta los signos de puntuación. “Che Pescado” quedaba en Villa Páez y no era, precisamente, de susi. Sino que Susi era su dueña.
Nos trajeron dos pescadazos que acababan de sacar del Suquía… y al primer mordiscón…
-…
-¿Qué te pasa, Chona? – preguntó el Cacho.
-…
-‘Tá ricazo, ¿no? – preguntó eufórico nuevamente el Cacho.
-…
Como el boludo no entendía lo que le quería decir, no tuve otra que apelar a la violencia y le encajé un patadón en las bolas por debajo de la mesa. Al querer levantarse, producto del golpe, por suerte empujó la mesa y ésta presionó mi diafragma, lo que me quitó el atoramiento que tenía.
-No te dai cuenta que me había tragado una espina y no podía ni respirar, no podía, atunazo.
Y en el acto me levanté, enojadísima:
-Vamonos a la mierda del boliche del bagre este – seguía enfurecida.
Fue ahí cuando saltó la Susy, que no debe tener más de un metro treinta:
-¿A quién le decís bagre, che vieja del agua? – me prepoteó la muy guacha.
Nos agarramos de los pelos por espacio de quince minutos hasta que, cuando nos cansamos y nos olvidamos de por qué mierda estábamos peleando, cada una se fue pa’ su rancho.
En el camino de vuelta, como sabía que estaba en falta, con dos tarjetas rojas y media, el Cacho se quiso hacer el romántico. Me compró un bombón y a mí se cayeron los lienzos, se me cayeron. Abrí ese bombón haciéndome la Yaron Estón cordobesa y noté que una especie de acidez me empezaba a recorrer el paladar.
¡¡¡Se me fue el romanticismo y la seducción al ocote!!!
-¡¡¡Cacho…!!! Te vendieron un bombón vencido, te vendieron – le informé.
Y me fui directo a ver la fecha de vencimiento:
-Vence el 10/12/2011 a las 09:33 horas – leí atentamente.
-Está bien entonces – trató de calmarme el Cacho.
Pero había algo que no me cerraba. Debían ser nuevos esos bombones.
-¿Bombones Knorr? ¿De gaina? – dudé.
Y fue cuando caí, grité y lo empecé a correr al viejo pelotudo por todo el barrio:
-¡¡¡Te vendieron un caldito de gaina che pescadazo!!!




viernes, 11 de diciembre de 2009

La Chona formateada

Como verán, queridos amigos y amigas, hace como una semana o, lo que e’ lo mesmo, cinco días que no actualizo mi block, que no actualizo.
Sucede que un día me fui a sentar a la compu a revisar mis mails, mi fuck you… perdón, mi fasebuc, cuando de pronto… (Suspenso)
El pelotudo del Cacho se puso a cambiar un portalámpara y me cortó la luz, me cortó.
De ahí en más, la guacha de la pecé no funcó más. ¡¡¡Chau Pinela!!! ¡¡¡Sé finí!!! ¡¡¡Mortadela!!!Cargué el armatoste bajo el sobaco, por el que dicho y sea de paso esa mañana no había pasado deodorante alguno, y le pegué un grito al Cacho.
“Che, viejo ortiva… Acompañame. Vamo’ a llevarle esta porquería al pecetero”.
Casó las llaves del Torino y nos subimos. Y dos segundos después, nos tuvimos que bajar, nos tuvimos. ¡¡¡Se había quedado sin nasta el gilún!!!
Lo miré con un ojo. No lo puteé ni nada. Agarré la pecé y empecé a caminar, empecé.
Cuando llegue a “Hard-Punk Disc”, el local de computación, el pecetero me dijo: -Mire, seora… esta máquina tiene un virus.
“Y sí”, pensé pa’ mis entrañas. “Imaginate venir debajo de mis sobacos, y sin deodorante, tantas cuadras… Más que virus, esta cosa tiene una pandemia”.
-Resucitamela… te lo pido por Hotmail, Yahoo y la placa madre que lo parió – le supliqué.
-Tranquilícese, seora. Vamos a hacer todo lo posible. La vamos a tener que formatear – me dijo el pecetero.
Y de ahí en más, no me acuerdo nada más. ¿Quién soy yo, quién sos vos, quién es el, quiénes somos nosotros, quiénes sois vosotros, quiénes son ellos?
Lo único que recuerdo son dos palabras, que parecen ser sumamente importantes en mi vida: “RICARDO FORT”.
Quién es ese Ricardo For…t lo aprendí en la televisión, en un programa de una mina colorada que dice ser Canosa. Este íspa dá pa’ cualquier cosa.
Después lo veo a este tal For…t que quiere pelear con un tal Alé. Lloran los dos.
El For…t este parece un muñeco de cera, que se derrite con sus propias lágrimas.
Ahhh!!! Me dice el Cacho que es de chocolate.
Y el otro se vino a lo del Tinelli con una sarta de boseadores.
¡¡¡Qué interesante que es la vida en la tele!!! ¡¡¡Qué National Yeografic ni National Yeografic!!!¿Pero quién soy yo… quién sos vos… quiénes son ellos… quiénes somos nosotros… quiénes sois vosotros… quiénes son ellos…? No tengo la más puta idea.
Del tal Ricardito este, me puedo imaginar que será o va a ser Concejal, Presidente de la Nación, Diputado o algo por el estilo. Y pa' colmo, baila. Me parece un dulce.
-¡¡¡Y sí Chona… Si es de chocolate el hijo de puta!!! – me grita el Cacho desde la cama.

viernes, 4 de diciembre de 2009

La Chona conoce a José Playo

Le limpié toda la comisaría a la yuta, le limpié. Por suerte, me ayudó Mr. Músculo.
Del Cacho y la Dora ni hablemos. Todavía les duraba el pedo.
Cuando terminé de encerar el piso de los calabozos me entregaron a los detenidos y nos fuimos pa’ las casas, nos fuimos.
Cuando llegamo’ les preparé un té de tilo a los dos borrachos y me tomé el palo pa’ el centro. Me quería comprar el último cidí de Carlitos “Pueblo” Rolán. El último que salió, por supuesto, que debía ser má’ o meno’ del año 1980.
Allá fui… a Vértice Musical. ¡Qué despistada que soy! Nunca fui muy buena pa’ el tema de la orientación. Hasta que al final, como a las siete de la tarde, decidí preguntarle a una pareja que estaba chapando en plena San Martín.
-Perdón que les corte el franeleo, pero… ¿me podrían decir dónde queda Vértice Musical?
-Seora, discúlpeme… pero según me contó mi papá, Vértice Musical cerró hace como quince años. Justo el día en que yo nacía – me respondió el mocoso.
-¡No te puedo creer! – me lamenté.
Seguí caminando sin rumbo fijo hasta que, dos cuadras más adelante, me paró un tipo. ¡Qué plato! Y pa’ colmo, playo. Si fuera hondo, vaya y pase… pero era playo.
-Discúlpeme, ¿pero usted no es La Chona? – me preguntó el buen hombre.
-Sí, io soy La Chona. ¿Y vo’ de dónde me junás? – le pregunté.
-Del blog – me contestó.
-¿Lo qué? – le volví a preguntar.
-Yo soy José Playo, creador de Peinate – me informó.
-Ehhh… momentito. ¿Qué te pasa a vó’ con mi cabeiera? – lo increpé.
-No, nada. Yo soy creador de la revista “Peinate que viene gente” y del blog con el mismo nombre. Y, a su vez, soy miembro del jurado en el concurso de blogs cordobeses en el que usted se anotó – me ilustró.
-Ajá – fue lo único que atiné a decir.
-¿Le duele mucho la espalda? ¿Cómo están el Cacho y la Dora? – me preguntó preocupado.
-¿Por qué me preguntai eso, Playo?
-Por el golpe que te pegaste en el baile y por la borrachera que se agarraron tu marido y tu amiga – me dijo luego de aclararme que lo había leído hoy en el blog.
-Bien. Esas dos porquerías están de diez – le contesté.
-¡Qué suerte! – exclamó.
-Che, Hondo… - continué.
-…Playo… - me corrigió.
-Como sea. Decime… ¿y cómo me ves vó’ en el concurso este de los blocks? – interrogué.
-Blogs, Chonita… blogs – me volvió a corregir.
Ya me estaban dando por las pelotas tantas correcciones, hasta que al final me dijo lo que io no quería escuchar.
-Mirá, Chonita. La verdad, no te voy a mentir. ¿Pero por qué no te abocás o te dedicás al bordado o a la costura o te metés de lleno en las tareas del hogar? Ni a palos vas con lo del blog – me dijo.
-Mirá José… ¿por qué no te tomás el palo antes que te dejé el culo playo a patadas? – le grité mientras le afanaba la escoba a un vendedor ambulante de la San Martín y lo corría al Playo este por todo el centro con la escoba en la mano.
Se subió al E7, en la 27 de Abril, antes de que frenara por completo y antes de perderlo de vista arrebaté de una cabinita de EMIR como dieciseis tiras de cospeles que se las arrojé desde lejos. Ahora voy a aprovechar el tiempo pa’ ver unos cursos de costura o, mejor, de repostería o, tal vez, de lencería erótica.
Ya voy a ver… ¡¡¡Qué concurso de blocks ni concurso de blocks!!!

miércoles, 2 de diciembre de 2009

La Chona se va del baile

Cuando logré sacarme al borracho del Cacho de arriba mío, traté de disimular la caída y me puse a bailar de imediato. “Bum, bum, bum… a mover el bum, bum, bum…”
Le dimo’ meta baile como hasta las siete de la matina. Era de día, cuando se acercó uno de los encargados del lugar y nos invitó, muy amablemente, a retirarnos del Estadio.
“Ya estamos cerrando, muchachos”, nos dijo.
La guanaca de la Dora estaba lacia de chupada; del Cacho, mejor ni hablemos.
Salí a la caie y paré de un solo silbido un tasi.
“Aguantame un minuto”, le dije al chabón y me fui volando adentro pa’ sacar de a uno los chupados.
Primero la agarré a la Dora, la tomé del brazó y la metí dentro del tacho. Después hice lo mismo con el Cacho, pero cuando estábamos llegando al tasi me di cuenta que la pelotuda de la Dora había lanzado todo el auto.
Por suerte, el fercho no se había dado cuenta del percance, así que muy sutilmente le comuniqué que nos habíamos olvidado algo adentro.
-Disculpame loco… me olvidé a mi suegra adentro – le dije y el boludo me creyó.
-Como no, señora. Vaya tranquila – me respondió muy educadamente.
-La vieja borracha esa debe estar rechupadaza en algún rincón. No cambia más – aproveché pa’ darle con todo a esa vieja comegratis que nunca me banqué.
Y mientras yo trataba de bajarla a la Dora sin que el tasista se diera cuenta que la hija de puta esta le había vomitado todo el auto, al Cacho le pintó la agresividad.
-Chonita… dezime guien ez esde dipo - Los que hablamos el lenguaje de los curdas entendemos perfectamente lo que el Cacho quiso decir. Y aquí va la traducción: “Chonita… decime quién es este tipo”.
-Es el tasista viejo – le aclaré.
-Bodque zi ze esdá qeduiendo haced el pudenda, lo zudto ya. (Traducción: “Porque si se está queriendo hacer el pulenta, lo surto ya).
Y ahí, en un santiamén, se bajó el tasista del tasi. Era un flaco alto, medía como dos metros y medio.
-¿A quién vas a surtir vos, viejo borracho? – le preguntó al Cacho.
-A voz bodudo – le dijo el Cacho. (Traducción: “A vos boludo”).
Y el pobre tipo no se aguantó más. Le tiró una mano que le dio justo a la altura de la mandíbula. El Cacho parecía Rocky cayendo en el ring con un hilo de baba color borravino que se desprendía de su boca. El color de la baba no era por la sangre, no se asusten. Era un poco de vino que el Cacho todavía estaba saboreando.
-¡¡¡Ayyyy!!! – gritó el Cacho. (Sin traducción).
Cuando el chofer se las tomó, sin darse cuenta que tenía todo el tasi vomitado, largué a la Dora a la bosta y me fui a ver si el Cacho se había hecho algo.
-¿Te sentís bien, Cacho? – le pregunté.
-Ez… d’… i… a… - respondió.
Pero tantos años de estar juntos, de bancarnos todo nos aportaron un poder de comprensión que, a veces, sin palabras podemos entendernos.
Traducción de las últimas palabras del Cacho antes de enmudecer: “Estoy de maravilla”. Y luego se desmayó.
Con los dos pelotudos estos tirados en la vereda me puse a pensar qué podía hacer: “Mejor me voy a la bosta y cuando se despierten que ellos se las arreglen”, pensé.
Y eso hice. Me fui a las casas, me fui.
A las tres horas me sonó el celular.
-Si… ¿hablamos con Doña Chona? – se oyó del otro lado.
-Doña tu hermana – le contesté.
-Le hablamos de la ex seccional 11 – me informó la voz.
-¿De la sesional? ¿Qué pasa don Police? – pregunté.
-Aquí tenemos dos sujetos muy chupados que piden por una tal Chona – me dijo.
-Sí, esa soy io. Y los chupados son mi marido y una vecina muy amiga. En un rato estoy por allá señor Sheriff – le contesté.
-Ah, doña Chona. Cuando venga tráigase una esponjita Mortimer, un poquito de detergente, dos servilletas de papel y un desodorante de ambiente – me solicitó.
-¿Y pa’ qué todo eso, Sargento? – volví a preguntar.
-Porque estas dos mierdas me vomitaron y me mearon todo el patrullero. Va a tener que venir a limpiar. ¿Me entendió? – me prepoteó el azulado.
-Sí, mi General – respondí.
Le iba a preguntar si no me mandaba un móvil pa’ que me busque, pero no daba.
Me voy a preparar las cosas pa’ limpiarle toda la comisaría a don alguacil.
Pa’ colmo, no sé por qué, pero me duelen todos los huesos, me duelen. Es como si me hubiera pasado la procesión de San Expedito por encima.